La profesión gastronómica es, sin duda, un quehacer que tiene que ser práctico; es decir: un Chef no está hecho para estar sentado. Al contrario, en su naturaleza está la proactividad y la curiosidad, que dan paso a la innovación culinaria.
Muchas veces, cuando una persona está interesada en estudiar Gastronomía, se ve desilusionada cuando ve el plan de estudios que la mayoría de las instituciones tienen.
¿Por qué?
Porque actualmente, el estudio gastronómico se basa en su mayoría en materias teóricas, que si bien son necesarias de repasar, no deberían ser el foco principal de esta bella profesión.
¿Qué es lo que realmente necesita un estudiante de Gastronomía?
Práctica, mucha práctica.
Como dijo el gran Chef Joan Roca:
“La cocina es para divertirse: un hecho cultural y, también, un espacio lúdico donde jugar e interpretar.»
Si bien es necesario saber cuestiones de administración y logística de eventos, lo principal es la esencia: cocinar. Conocer técnicas y aplicarlas, saber de ingredientes y escogerlos, entender cómo funciona cada parte de una cocina equipada y saber aprovecharla, entre muchas otras cosas. Después de todo, ¡a eso nos dedicamos!
¿Te imaginas si a un abogado no le enseñaran tanto de leyes por darle más peso a materias que lo van a ayudar a administrar mejor su despacho? No suena tan lógico. Lo mismo pasa en el arte gastronómico… ¡un Chef no está hecho para estar sentado!
La buena noticia es…
El modelo educativo de algunas escuelas de cocina, como el Instituto Gastronómico Carême, ya está actualizado a las verdaderas necesidades que los alumnos exigen.
Esto es, con clases 90% prácticas. En donde nos centramos en que nuestros futuros Chefs se preparen con certificaciones que los reconozcan nacional e internacionalmente, y esto lo logramos poniendo manos a la obra en las cocinas que tenemos preparadas para que aprendas e innoves el arte culinario.
¡No dejes tu sueño de endulzar el paladar de las personas por un modelo educativo que no atiende tus necesidades!